No eran estrellas cualesquiera.
 Eran estrellas de neutrones, auténticos zombis cósmicos, 
cadáveres oscuros de astros que ardieron en el pasado. 
Estaban condenadas a una eternidad de sombras. 
Pero se atrajeron y, al unirse, volvieron a encenderse. 
Durante una fracción de segundo brillaron más que una galaxia entera.


Para amar verdaderamente se requiere de un héroe 
que pueda manejar su propio miedo.
Clarissa Pinkola Estés