Nuestros dramas y conflictos solo se pueden disolver en una percepción diferente de la realidad. 
El conflicto surge de las ilusiones y creencias nacidas por la inmadurez 
de la mente humana a lo largo de siglos. 
Una mente muy pequeña con la que hemos construido un mezquino y cruel laberinto.
Cada vez que el corazón encuentra el espacio en el que se disuelven las ilusiones de esa mente, 
una construcción colectiva se desmorona y una nueva energía comienza a circular. 
Una energía que no se origina en el hombre,
pero que necesita de nosotros para manifestarse.
Eugenio Carutti