Lawrence Alma-Tadema

Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas 
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo, 
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto, 
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises, 
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad, 
Por el firme diamante y el agua suelta, 
Por el álgebra, palacio de precisos cristales, 
Por el fulgor del fuego, 
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo, 
Por la caoba, el cedro y el sándalo, 
Por el pan y la sal, 
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve, 
Por el arte de la amistad, 
Por el mar, que es un desierto resplandeciente 
Y una cifra de cosas que no sabemos 
Por las rayas del tigre,
Por el olor medicinal de los eucaliptos, 
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio, 
Por la noche, su tiniebla y su astronomía, 
Por el valor y la felicidad de los otros, 
Por el hecho de que el poema es inagotable 
Y se confunde con la suma de las criaturas 
Y no llegará jamás al último verso 
Y varía según los hombres, 
Por los minutos que preceden al sueño, 
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos, 
Por los íntimos dones que no enumero, 
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Jorge Luis Borges

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