En la gran obra de Samuel Beckett, Esperando a Godoy, se produce este pequeño incidente; reflexiona sobre él.

Dos vagabundos, Vladimir y Estragón están en el escenario. Están allí para esperar, tal como todo el mundo está esperando, nadie sabe exactamente qué. Todo el mundo está esperando con la ilusión de que algo va a suceder. Hoy no ha sucedido, mañana va a suceder. Así es la mente humana: el día de hoy se desperdicia, pero la mente humana tiene la esperanza de que mañana algo va a suceder. Y estos dos vagabundos están sentados debajo de un árbol, esperando… esperando a Godoy.

Nadie sabe exactamente quién es este Godoy. La palabra se asemeja a Dios,* pero es sólo una semejanza y, en realidad, los dioses que estás esperando son todos Godots. Tú los has creado porque uno tiene que esperar a alguien, de otra manera ¿cómo podrías tolerar la existencia? ¿Para qué? ¿Cómo vas a posponer el vivir? ¿Cómo vas a tener esperanza? La vida se hará intolerable, imposible, si no hay nada que esperar. Alguien espera dinero, alguien espera poder, alguien espera la iluminación

*God en inglés. (N. de T.).

y alguien espera alguna otra cosa, pero todo el mundo está esperando, y la gente que espera es la gente que no acierta.

Estos dos vagabundos están allí sólo para esperar. Esperan la llegada de un hombre, Godot, quien se supone les proveerá de abrigo y sustento. Mientras tanto intentan pasar el tiempo con pequeñas conversaciones, chistes, juegos y discusiones sin importancia…

Así es tu vida: uno se entretiene mientras tanto con las pequeñas cosas. Lo grandioso va a pasar mañana. Godoy llegará mañana. Hoy uno discute: la esposa con el marido, el marido con la esposa; asuntos menores: “pequeñas conversaciones, chistes, juegos… tedio y vacío”. Eso es lo que todo el mundo siente: tedio, vacío… “nada que hacer” es el refrán que resuena una y otra vez… Ellos dicen una y otra vez: “no hay nada que hacer”; y luego se consuelan: “Pero mañana él va a venir”. En realidad, él nunca les ha prometido nada, ellos nunca lo han conocido: es una invención. Uno tiene que inventar. Ante la desdicha uno tiene que inventar el mañana y aferrarse a algo. Tus dioses, tus cielos, tus paraísos, tus mokshas: todo es invención. El Tao no habla de ello.

Esta representación de Samuel Beckett, Esperando a Godoy, es esencialmente taoísta.

En medio del primer acto, dos desconocidos, Pozzo y Lucky, irrumpen en el escenario. Pozzo parece ser un hombre de recursos; Lucky, el sirviente, está siendo conducido a un mercado de las cercanías para ser vendido. Pozzo describe a los vagabundos las virtudes de Lucky, la más destacada de todas, que puede pensar. Para enseñárselo a ellos, hace sonar su látigo y ordena: “¡Piensa!”, y sigue a continuación un largo e “histérico monólogo incoherente en el que se mezclan confusamente fragmentos de teología, ciencia, deportes y conocimientos varios, hasta que los otros tres saltan sobre él y lo hacen callar”.

¿En qué consiste tu pensamiento? Qué quieres decir cuando declaras, “¿Estoy pensando?”. ¿Es un “histérico monólogo incoherente en que se mezclan confusamente fragmentos de teología, ciencia, deportes y conocimientos varios…” hasta que llega la muerte y te silencia? ¿En qué consiste todo tu pensamiento? ¿En qué puedes pensar? ¿Qué hay que pensar? ¿Cómo puede uno llegar a la verdad a través del pensamiento? El pensamiento no puede proporcionar la verdad. La verdad es una experiencia y la experiencia, acontece sólo cuando cesa el pensamiento.

Por tanto, el Tao dice que la teología no va a ayudar, que la filosofía no va a ayudar, que la lógica no va a ayudar, que la razón no va a ayudar. Puedes continuar pensando y pensando y ello no será más que invención, una pura invención de la mente humana para ocultar su propia estupidez. Y así puedes seguir y seguir, un sueño puede dar lugar a otro, y ese otro sueño puede llevarte a otro… sueños dentro de sueños dentro de sueños; así es toda filosofía, toda teología.

Sueños dentro de sueños, dentro de sueños… Así prosigue la mente. Una vez empiezas a soñar, aquello no tiene final, y lo que llamas pensar es mejor llamarlo soñar. Eso no es pensar.

Recuerda, la verdad no requiere del pensamiento; requiere experiencia. Cuando ves el sol y la luz no piensas en ellos, lo ves. Cuando te encuentras una rosa no piensas en ella, la ves. Cuando la fragancia llega a tu nariz, la hueles; no piensas en ello. Cuando estás cerca de la realidad no es necesario pensar. Entonces la realidad es suficiente, entonces la experiencia es suficiente. Cuando estás lejos de la realidad, piensas: reemplazas la realidad por el pensar. Una persona que ha comido bien no va a soñar por la noche que ha sido invitada a un festín. Una persona que ha pasado hambre durante el día seguramente soñará esa noche, que ha sido invitada a un festín. Una persona que está sexualmente insatisfecha soñará con objetos sexuales. Así es toda la psicología freudiana: sueñas con cosas que te hacen falta en la vida; sueñas para compensar.

El pensamiento es un sueño con palabras; el sueño es un pensamiento con imágenes. Esa es la única diferencia. El sueño es una forma primitiva del pensamiento, y el pensamiento es una forma más evolucionada del sueño, más civilizada, más culta, más intelectual, pero es lo mismo, sólo que las imágenes han sido reemplazadas por palabras y, en cierta forma, debido a que las imágenes han sido reemplazadas por palabras, se ha alejado aún más de la realidad, porque la realidad está más cerca de las imágenes que de las palabras.http://www.oshogulaab.com/